top of page

El sol brillaba con toda su fuerza. No se veía una sola nube en el cielo. Era un hermoso día de verano, ideal para disfrutar. Pero yo no podía. La muerte no entendía de días, de tiempo, de edad, de raza, de condición. Era irónico que la única cosa en la vida que realmente nos igualaba fuese precisamente la muerte.
Pero ahí estaba yo, teniendo que enterrar a mi amada Elena cuando apenas faltaban 3 semanas para casarnos. La vida era una mierda. No era justa. Mi corazón estaba destrozado. Solo me consuelo de que fue una muerte rápida. Al salir de la oficina, el camión venía disparado, no le dio tiempo de evitarlo y.... Muerte en el acto.
Pasan los días, las semanas, los meses. No supero este dolor. No puedo olvidarla. Me siento solo en mi habitación. Hoy el cielo está tan negro como mi corazón. Ojalá estuviese conmigo, estoy harto de estar solo. La necesito. Ya no soy el de antes, ni de lejos. No quiero hablar con nadie, solo con ella. Pero ella ya no está y yo me he quedado solo.
De repente, un pequeño rayo de luz consigue llegar a mi habitación. En medio de aquella terrible tormenta, había conseguido atravesar todas las nubes y alcanzar un trocito de suelo. Y, ante mi sorpresa, oigo la voz de mi Elena:
-No puedes seguir así mi amor. No actúes como si yo te hubiese abandonado. Simplemente, ya no puedes verme, eso es todo. Pero yo sigo a tu lado, en tu corazón,. Recuerda, nunca vas a caminar solo, porque yo voy contigo. No llore más, por favor.
No se si fue real, o una ensoñación. Pero, por primera vez en un año, cogí mi guitarra, con ganas de volver a componer. La idea no se borraba de mi cabeza, las palabras de mi Elena se habían grabado a fuego en mi corazón, y tenía que ponerles música. Ya no tenía que caminar solo nunca más.

You never walk alone (03/06/2013)

bottom of page