Porque escribir está al alcance de todos...
Dark Lord
Todo se habÃa perdido. HabÃamos luchado contra viento y marea. HabÃamos recurrido a todo el mundo. HabÃamos hecho todo cuanto se nos ocurrió y más. Pero no estaba sirviendo. Mi amada esposa se apagaba poco a poco, sus órganos se deterioraban cada dÃa un poco más, vencidos por un terrible cáncer que hacÃa ya 3 años habÃa empezado en los pechos.
Recordaba con dolor los momentos vividos desde entonces: la detección en las mamografÃas, las colas en la seguridad social, las continuas visitas al hospital. Las pequeñas victorias que habÃamos conseguido, que en su dÃa, nos llenaron de esperanza, creyendo que lo habÃamos conseguido . Recuerdo especialmente el dÃa que salió del hospital, tras haberle extirpado el 2º pecho. Con el primero no habÃa sido suficiente. La sensación de mi mujer era muy agridulce. Por un lado, la esperanza de poder salir al fin de aquello. El médico decÃa que habÃa un 95 % de posibilidades de que el cáncer finalizase ahÃ. Por otro se miraba y se veÃa horrible: no era solo el verse sin pechos, plana, llena de cicatrices. La cara mostraba los signos de lucha, llena de arrugas, ojeras, casi demacrada. Yo la miraba, me vi reflejado en sus ojos, sabiendo la suerte que tenÃa por tenerla aún conmigo. "Pero si nunca has estado tan hermosa" la dije. Y la besé. Aquella noche hicimos el amor con una intensidad como no lo hacÃamos desde que empezábamos a salir.
Muchas cosas habÃa pasado desde entonces. Ahora, postrada en cama, extremadamente delgada y demacrada, calva a causa de la quimio y con demasiadas cicatrices, luchaba por vivir una hora más. Y yo la miraba, y trataba de no llorar. TenÃa que ser fuerte por ella. Pero no tenÃa fuerzas. No me quedaban. Ella se iba y yo no podÃa hacer nada por evitarlo.
- No estés triste, por favor. - me dijo, al verme asà - Siempre me enamoró de ti tu optimismo, tu capacidad de ver algo bueno en cada situación de la vida. Me alegro de haber vivido contigo. De tener esta oportunidad de despedirme de ti. De decirte lo especial que has sido para mi. Con nuestros momentos buenos y los malos. No cambiarÃa nada de lo que hemos vivido juntos. ¿Me oyes? Nada en absoluto. Te quiero. MuchÃsimo.
No pude contestar. Solo conseguÃa sollozar. OÃr su voz entrecortada, esforzándose por hablar, ahogándose. No pude decirla nada. La besé en la frente, dispuesto a estar hasta el final a su lado. No la abandonarÃa por nada.
Tres dÃas después fue su entierro. Muchos me daban el pésame, sabiendo lo que habÃamos sufrido. 3 años de lucha, para nada. Para acabar sucumbiendo. Pensaba en sus últimas palabras, en como al menos, habÃamos podido despedirnos como Dios manda. Puede que estos 3 años hayan servido para ganarle algunos meses extra más de vida. Quizás, la lucha no haya sido tan en vano como creÃa. Pero no voy a poder evitar echarla de menos en cada detalle de lo que me quede de vida.