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Cuando me decían que uno nunca sabe de quien se va a enamorar, no comprendía todo lo que implicaba esa frase. Al principio, me imaginaba enamorándome de Pato. Pato es una chica fantástica, siempre hemos sido buenos amigos y la conozco desde hace tanto tiempo que ya ni me acuerdo. Pero lo nuestro no terminó de salir bien. La culpa fue mía, creo que lo que me movió a salir con ella no fue amor, si no los celos de ver cómo había entrado un chico en su vida que no era yo. Los celos de ver que alguien podría tener su corazón en mi lugar. Fue seguramente uno de los errores que más lamento. Por el daño que pude hacerla. Porque no supe tratarla como pareja. Por suerte, aquello pasó, y ahora parece feliz con Maurer.
Por eso, lo que pasó aquella noche de copas fue mucho más que un lapsus glucus. La noche con Sam se me pasó como un suspiro. Me gustó, me gustó mucho. Pero no estaba preparado para ello.
Mi cabeza trataba de razonar. ¡Es un chico!, decía mi cerebro. ¿Y? contestaba mi corazón. Ha entrado suavemente, sin esperarlo.
Y sin saber cómo, le terminé besando. Y ya no eran efectos de la piña colada. Mi corazón le recibía con agrado. Mis brazos pedían a gritos abrazarle. Mis labios se encontraban a gusto sintiendo el sabor de los suyos. Me había enamorado como un tonto hasta los huesos, pero la vida era muy corta como para ponerle trabas a un amor así.
Pero todo era demasiado nuevo como para que mi mente fuese capaz de digerirlo tan fácilmente. No paraba de hacerse preguntas. Si siempre me habían gustado las chicas, ¿qué hacía con Sam? ¿Ya no era hetero? ¿Me convertía eso en gay? ¿O todo aquello no eran más que etiquetas que la humanidad se había inventado para decir qué clase de amor era lícito y cual no? Yo ya no estaba seguro. Lo único que tenía claro es que Sam me gustaba de veras.
En el fondo, siempre quedaba el miedo de que ese amor que empezábamos a sentir fuese más difícil, pero... ¿desde cuándo el amor es algo fácil? Jamás, jamás podría considerarse que el amor pudiese ser sencillo, independientemente del sexo, raza, edad o cualquier otra característica de las personas que se atreven a establecer una relación entre ellos, arriesgando lo más valioso y delicado que cada persona teníamos: nuestro corazón. Nuestra alma.

 

Relato realizado con cariño para Zirta y su comic Oseano

Sorpresas del amor (28/01/2014)

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